Ser mamá es un trabajo inconmensurable, lleno de alegrías, de algunas penas, de sacrificio, de renuncia a tener tiempo para uno mismo, … Ser mamá te cambia la vida como reza el tópico, para bien en la gran mayoría de casos, pero también puede llegar a cansarnos y a agotarnos. Yo misma, llevo 6 años siendo mamá a full-time, las 24 horas del día los 7 días a la semana pero ha llegado el momento en el que mamá también tiene derecho a decidir. Pero ¿Qué significa esto del derecho a decidir de mamá?
Lo he escrito en otras ocasiones, ser mamá o papá es un trabajo de 24 horas al día 7 días a la semana y por tiempo indefinido. Un trabajo que a menudo no es reconocido por nadie ni valorado socialmente. Un trabajo excepcional retribuido con besos y abrazos pero que en ocasiones puede parecer incluso ingrato.
Aunque no siempre es así, hay ocasiones en las que hacer frente diariamente a rabietas, a un niño con intolerante, exigente, mandón, contestón, … llevar todo el peso de la casa y de la educación de nuestros hijos, tener un bebé de alta demanda (temperamento difícil) o con alguna dificultad, … puede acabar haciendo mella en nuestro cuerpo.
Sentir que ya no puedes más, porqué no tienes un segundo para ti ni siquiera para ir al baño sola. Sentir que las cosas más básicas te representan un mundo, enfadarte más a menudo de lo que debieras o llorar por cualquier motivo, alzar la voz más de lo que debieras … Si has llegado a a este punto debes plantearte un cambio, dedicar un tiempo a ti misma, en el que tú tengas derecho a decidir, mámá.
El derecho a decidir de mamá tiene que ver con la voluntad de frenar el río que nos arrolla con todas las tareas que implica ser madre. En ocasiones las madres nos vemos atrapadas, limitadas, atadas por los horarios de nuestros hijos, horarios de sus desayunos, el cole, la comida, sus extraescolares, sus meriendas, la hora del baño, la cena, hasta que por fin llega la hora de irse a dormir y de acostarles. Y cuando ésta llega resulta que no hemos hecho nada más que cuidar y estar pendientes de ellos, y … ¿dónde quedamos nosotras? ¿Qué hemos decidido? Nada, nos hemos dejado llevar por la rutina diaria, olvidando nuestra vida, dejándola al margen y desapareciendo poco a poco como personas. El papel de madre se nos come y nos desvanecemos en el aire. ¡STOP!
El derecho a decidir de mamá significa buscar a lo largo del día algo diferente a hacer de madre. Me explico. Mamá puede y debe decidir que quiere salir a tomarse un café con sus amigas, ir al gimnasio o darse un masaje. O más sencillo todavía, sentarse en el sofá de casa y leer tranquilamente por el espacio de 30 minutos. El cambio está en nosotras, sobre todo las mamás que, como yo, estáis muy implicadas en la crianza y educación de vuestros hijos.
El derecho a decidir de mamá implica recuperar a la persona que hay detrás de mamá, por ello es importante buscar espacios de bienestar, de tranquilidad, de encuentro con una misma. No es ninguna tontería, sabemos que cuando estamos bien con nosotras mismas todo fluye mejor y que cuando estamos cansadas, crispadas, nerviosas, alteradas … gritamos, nos volvemos unas brujas, y eso no es bueno para nadie. Aprender a educar sin gritar tiene mucho que ver con el derecho a decidir de mamá. Piénsalo. Reflexiona sobre ello y me cuentas.
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