Como padres todos quisiéramos que nuestros hijos aprendieran buenos hábitos. Buenos hábitos en la mesa, buenos hábitos cuando vamos de visita, buenos hábitos de higiene, … Pero los niños no nacen enseñados. Somos los padres quienes desde bien pequeños debemos irles marcando e inculcando estos buenos hábitos.

Niña pequeña cepillándose los dientes.

Como padres somos responsables de que nuestros hijos vayan adquiriendo desde pequeñitos las pautas de comportamiento correctos tanto en nuestra casa como fuera de ella. Me refiero a los buenos hábitos en la mesa o a cepillarse los dientes tras las comidas, pero también a dar las gracias o compartir sus cosas con los demás.

Aprender buenos hábitos es importante para nuestros hijos porqué éstos son esenciales para:

  • aprender comportamientos responsables con ellos mismos y con los demás;
  • para la buena convivencia con otras personas;
  • para adquirir mayor autonomía y 
  • para desarrollar una buena autoestima.

Por ello es importante que desde que son pequeñitos vayamos enseñándoles hábitos como:

  • una buena alimentación (que aprendan a comer frutas y verduras);
  • una buena higiene ( que se laven las manos antes de comer o que se cepillen los dientes tras las comidas);
  • mantener el orden (que recojan los juguetes tras haber jugado);
  • colaborar en casa (que pongan la mesa);
  • ser más autónomos (que se vistan y se calcen solos);
  • disciplina y convivencia (no pegar, gritar o insultar).
 

Evidentemente, enseñar todo esto requiere de nosotros tiempo, paciencia y amor. Los buenos hábitos no se aprenden de un día para el otro y necesitaremos practicar y repetir, practicar y practicar, … Pero es el gota a gota, la dedicación, el tiempo y la paciencia lo que va a generar un buen aprendizaje de estos hábitos.


Cierto es también que nosotros debemos aprender cómo hacerlo. No hay ninguna asignatura en las escuelas donde poder aprender a ser padres, así que todo lo que sabemos lo hemos ido aprendiendo a lo largo del tiempo y de nuestra propia experiencia como hijos. Por ello hay veces que no sabemos como hacer para que nuestros hijos nos obedezcan a pesar de que insistimos, reprendemos o castigamos.

Los niños, la gran mayoría de ellos, no tienen o no sienten ninguna necesidad de lavarse las manos antes de comer o de cepillarse los dientes tres veces al día. Difícilmente se levará las manos él mismo si no estamos nosotros encima de él insistiendo día tras día. Pero … imponiendo tampoco conseguiremos mucho. Hay que tener más mano izquierda. 

Un buen modo de conseguir que aprendan buenos hábitos dentro y fuera de casa, y del tipo que sea (alimentación, higiene o disciplina,…) es convertirlo en una especie de juego

Por ejemplo, para adquirir el hábito de recoger podemos jugar a ganar al reloj. Yo lo que hago es poner una alarma y debemos recoger antes de que suene. Si lo conseguimos ¡hemos ganado!. Nuestra recompensa es una pegatina en forma de estrella y podemos sentarnos a ver dibujos si nos apetece. Para saber un poco más sobre qué hacer con el desorden que generan los niños te recomiendo la lectura de “Desorden y niños. Algunas sugerencias para que nuestros hijos recojan sus juguetes.”

El juego es un gran motivador y estimulador del aprendizaje, los que me leéis sabéis que insisto continuamente en ello. Es por este motivo y porqué así lo demuestran numerosos estudios, que se propone también el juego como vehículo para el aprendizaje de los buenos hábitos.  

Aplicando el juego para que nuestros hijos aprendan a lavarse los dientes o a recoger, en definitiva los hábitos de los que estamos hablando, evita disputas y el mal ambiente que se va generando cuando ya por puro cansancio y agotamiento no podemos más y soltamos cuatro gritos o … un cachete. 

A través del juego los niños percibirán un ambiente más cálido, menos restrictivo o autoritario por lo que su predisposición a realizar lo que les pedimos será mucho mejor.

En resumen, aprender buenos hábitos mientras jugamos

1. Evita:

  • la repetición constante y agotadora de frases como “!lávate las manos”, “recoje de una vez tus juguetes”, …;
  • el mal ambiente que se genera cuando les gritamos para que nos obedezcan;
  • la mala predisposición a hacer algo por obligación;
  • que nuestro hijo perciba el aprendizaje de ciertas concutas como una pesadilla de órdenes pesadas y sin sentido;

2. Proporciona:

  • un ambiente más positivo y menos restrictivo,
  • una predisposición a realizar las tareas que le solicitamos que haga,
  • una visión del aprendizaje de estos comportamientos más fácil de realizar,
  • un aprendizaje más sencillo de conseguir.
 
Cierto que en nuestra tarea como padres, educar no es nada fácil, pero siguiendo algunas de estas pautas podemos ir allanando algo más el camino y evitar gritos y peleas innecesarias. Evidentemente, en la vida del niño no todo es un juego, pero si facilitamos un poco las cosas para inculcar estos  comportamientos conseguiremos que nuestros hijos aprendan más fácilmente los buenos hábitos de los que luego tan orgullosos se sentirán.
 
 
Foto: http://www.freedigitalphotos.net
 
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Sara Tarrés

Soy Sara Tarrés, licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona, con Máster en dificultades del aprendizaje (ISEP) y Postgrado en Psicopatología infantojuvenil (ISEP). He trabajado como asesora y orientadora de padres y maestros en diferentes escuelas concertadas de Barcelona y como reeducadora de niños que presentaban diferentes dificultades en su aprendizaje. Actualmente dirijo Mamá Psicóloga Infantil desde donde oriento a padres en temas de crianza, desarrollo y educación. Esto me permite compaginar mi faceta de madre a tiempo completo sin dejar de lado mi actividad profesional.