La sobrecorrección es una técnica de modificación de conducta. Nos puede resultar muy útil para acabar con aquellos comportamientos indeseables y repetitivos contra los cuales hemos intentado un montón de cosas y ninguna nos funcionó.
La sobrecorrección como posible solución
A veces no sabemos qué hacer cuando nuestro hijo o quizás alumno se pasa de la raya. Cuando no nos obedece, rompe cosas, ensucia deliberadamente algún objeto o nos pinta las paredes de la casa.
Cuando esto ocurre, lo más habitual es que nos enfademos, perdamos los nervios y acabemos gritando o enviándolo a la habitación castigado, pero resulta que con este tipo de castigo no conseguimos que mejore su comportamiento y probablemente éste se vuelva a repetir pasado un tiempo.
¿Qué podemos hacer entonces? ¿No debemos castigar el mal comportamiento de nuestro hijo? ¿Cómo actuamos para que aprenda que no se puede tolerar lo que hace?
A pesar de que la sobrecorrección es en sí un castigo, éste es uno tipo de castigo muy eficaz, que utiliza consecuencias punitivas basadas en el esfuerzo.
Es decir, cuando utilizamos la sobrecorrección, usamos consecuencias naturales para romper con los malos hábitos y para enseñar comportamientos apropiados al mismo tiempo.
Por ejemplo, si nuestro hijo de 3 o 4 años tira reiteradamente la comida al suelo, le pediremos que recoja todo lo que ha tirado y nos ayude a limpiar la cocina.
Se trata de una alternativa muy eficaz en lugar de gritar, regañar, pegar o cualquier otro castigo que se utilice para tratar de hacer que los comportamientos desagradables o difíciles se conviertan en aceptables.
El objetivo principal de esta técnica es reparar o compensar un «daño» causado por una conducta indeseable, sea tirar comida al suelo, pintar las paredes o agredir a un compañero de clase o hermano.
Formas de aplicación de la sobrecorrección.
Restitución
La utilizamos pidiendo a nuestro hijo o alumno que restaure el daño que ha causado.
Se trata de corregir los efectos negativos de la mala conducta, dejando la situación igual o incluso mejor que antes.
¿Cómo la usamos?
Por ejemplo si nuestro hijo se ha dedicado a decorarnos con sus dibujos la pared del salón le pediremos que la limpie totalmente.
Práctica positiva o repetición
En este caso se trata de que nuestro hijo repita una conducta alternativa y positiva a la que ha realizado.
Siguiendo el ejemplo anterior, podemos pedirle que dibuje en varias hojas de papel, pero que deberá ir a buscar ella misma. Así vemos como de este modo está poniendo en práctica de manera repetida una conducta alternativa y adecuada.
El mensaje que transmitimos es «se pinta en las hojas de papel y no en la pared».
Combinación de ambos
Estos dos procedimientos, la restitución y la práctica positiva en ocasiones se pueden utilizar de modo combinado o bien solas. Todo depende de las conductas que deseamos suprimir.
Para utilizarlas de manera combinada primero pediremos nuestro hijo que repare el daño causado y luego que practique la conducta adecuada.
Cuándo aplicar la sobrecorrección
La sobrecorrección suele funcionar muy bien para eliminar conductas irritantes comunes y hábitos nerviosos graves e incluso en comportamientos agresivos y posiblemente dañinos.
Antes de aplicar la sobrecorrección debemos explicar a nuestro hijo el cambio de normas. Es decir, le explicaremos que cuando le veamos realizar «esa conducta indeseable» que tanto nos irrita utilizaremos esta técnica, ya sea en la variante de restitución del daño causado o utilizando la práctica positiva, o ambas.
Si el aviso no funciona, aplicamos la sobrecorrección de forma inmediata, justo después del comportamiento inadecuado.
Debemos ser conscientes que la sobrecorrección solo tiene sentido cuando esta se aplica de forma inmediata a la mala conducta.
Cuando aplicamos la sobrecorrección es probable que nuestro hijo se resista, se enoje, llore y patalee. En estos casos debemos obligarlo, cogiéndole de la mano (tranquilamente pero con firmeza) y ayudarle a realizar lo que le hemos pedido.
Es importante ignorar la resistencia, los llantos, las rabietas y seguir firme hasta el final. Puede que esto no resulte fácil, lo se, pero como siempre la paciencia es esencial.
Cómo aplicar la sobrecorrección
A continuación explico paso a paso cómo aplicarla:
- Obligar, con tranquilidad y firmeza, al niño a deshacer o corregir el daño social o físico.
- Obligar, con tranquilidad y firmeza, al niño a practicar comportamientos positivos.
- Por ejemplo, si no entra en casa cuando se le llama, le obligaremos a a salir fuera y esperar allí a que se le llame durante diez veces consecutivas.
En la mayoría de los casos, ésta es suficiente motivación para que hasta los niños más rebeldes dejen de escribir en las paredes. Esta técnica es eficaz tanto con niños pequeños como con más mayores.
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