Muchas veces me pregunto a mi misma, en calidad de madre, si castigando el mal comportamiento de mis hijos estoy haciendo bien o mal, o si el castigo mejora su comportamiento. Yo tengo mis dudas, aunque todo depende de lo que entendamos como castigo. En este artículo hablo sobre los tipos de castigo y la efectividad de los mismos sobre las conductas de nuestros hijos.
¿Los castigos mejoran el comportamiento de nuestros hijos?
Hay quien dice que sí, y es cierto que el castigo parece que da resultado en determinadas situaciones. Es cierto que a corto plazo algunos castigos funcionan, pero hay que saber qué tipo de castigos y cómo aplicarlos.
El castigo frecuente no se asocia con mejor conducta, la verdad, tanto el castigo físico como verbal (reprimendas) pueden incrementar las propias conductas (desobediencia, agresión) que los padres, maestros y otras personas deseamos suprimir. Así que a esto me refiero con que tengo mis dudas sobre si castigar ejerce alguna influencia sobre las malas conductas y evita que se vuelvan a producir.
¿Y qué hacemos si el castigo tradicional, el de toda la vida, está claro que no funciona?
He aquí la pregunta del millón. La respuesta es fácil de decir aunque no tanto de aplicar y lo explico seguidamente.
Para que un castigo sea realmente eficaz debe ser educativo, con la finalidad de enseñar y corregir aquellas conductas o comportamientos inadecuados, inaceptables o indeseables. Para ello necesitamos dos de los ingredientes fundamentales de cualquier receta educativa: tiempo y paciencia. Los niños deben comprender que lo que han hecho no es correcto y por tanto deben reparar el daño causado y asumir las consecuencias de sus actos (consecuencias educativas).
Aquí no vale la acción inmediata del cachete en el culo y la reprimenda espontánea y se acabó el tema. Aquí debemos ser imaginativos porque para que una consecuencia educativa sea realmente educativa y eficaz debe ser pensada específicamente para aquello concreto que deseamos corregir, teniendo en cuenta además la situación en la que se ha producido y el carácter del niño. Si no es así … tampoco es útil.
Además la consecuencia educativa debe aplicarse de forma inmediata o lo más próxima temporalmente a la acción incorrecta, ha de ser proporcional a lo que ha hecho y lógicamente adaptada a la edad de nuestros hijos.
Un ejemplo de consecuencia educativa es que si uno de nuestros hijos no recoge sus juguetes después de haberle advertido 3 veces que los recoja, esos juguetes serán retirados por nosotros durante una temporada, debemos avisarle previamente y dejarle claro ya no podrá jugar con ellos durante el tiempo que establezcamos pongamos 1 semana.
Otro ejemplo, para aquellos niños que se niegan a ducharse cuando ya tienen una cierta edad. Si no se duchan no hay ropa limpia. Esto es una consecuencia educativa. Una consecuencia educativa debe guardar siempre relación con la conducta de nuestros hijos y aplicarse inmediatamente.