Volver a la normalidad tras las vacaciones cuesta. Y cuesta más si éstas han sido largas y nos lo hemos pasado bien. Volver a la normalidad cuesta y por ello debemos prepararnos para el esfuerzo que debemos afrontar, esfuerzo no solo físico sino también psicológico.
A este malestar le hemos mal llamado, durante años, Síndrome o Depresión Postvacacional, aunque en realidad no tiene nada de patológico y es solo tristeza, una emoción básica que nos ayuda a adaptarnos después de una pérdida.
Y es que atrás quedan los días de playa, piscina, paseos sin rumbo o siestas en la tumbona, pero quedan los buenos recuerdos de lo vivido y compartido, y es con esto con lo que debemos quedarnos. Pero además debemos ir un paso más allá y ver todo lo bueno que nos depara la vuelta a la normalidad, por poco que sea.
Muchos son quienes no creen en el síndrome post-vacacional y tildan de vagancia la inapetencia, el cansancio o la depresión que muchas personas sienten al reiniciar sus quehaceres cotidianos.
Este tipo de síntomas son propios del esfuerzo de adaptación que nuestro cuerpo y mente está realizando para volver a estar al 100% tras un período de descanso.
Síntomas típicos del mal llamado Síndrome Postvacacional
Físicos:
- cansancio generalizado,
- fatiga,
- falta de sueño durante la noche o somnolencia a lo largo del día,
- dolores musculares,
- inapetencia,
- dificultad en la concentración,
- …
Psíquicos:
- irritabilidad,
- tristeza,
- falta de interés,
- nerviosismo,
- …
Estos síntomas no son solo característicos de los adultos, los niños pueden sufrirlos de igual manera así que debemos estar atentos a sus cambios de humor y conducta para ayudarles a superar este momento.
Volver a la “normalidad” es duro también para los niños y niñas: madrugar, volver al cole, hacer deberes, presión ante los exámenes, compañeros con los que existen dificultades de convivencia, … A veces volver a empezar es retomar dinámicas negativas, por lo que los adultos debemos estar alerta por si existiera algún tipo de situación que requiera intervenir pedagógica y/o psicológicamente.
¿Qué hacer para volver a la normalidad tras las vacaciones?
Lo mejor es ir adaptándose paulatinamente y por ello se recomienda no empezar a trabajar justo el día siguiente de volver de vacaciones. Debemos adaptarnos con cierta tranquilidad a los nuevos horarios de sueño y comida, y eso también significa permitirnos unos momentos de bajón. Yo, a pesar de que amo lo que hago y disfruto trabajando, soy de las que también necesita su tiempo para volver a recuperar mi ritmo habitual tanto a nivel físico como mental.
De modo que mi consejo es que nos tomemos estos primeros días con tranquilidad. Aceptando la tristeza que sentimos, transitando por ella, tolerándola. Poco a poco nos iremos adaptando a las rutinas. Pensemos que se trata de un estado transitorio, un malestar pasajero que en cuestión de una semana, como mucho, habrá desaparecido.
¡Ánimo! A todos nos cuesta volver a empezar.
Foto cortesía www.freepik.es