Los niños entre los 2 – 4 años están tan ocupados en jugar y explorar el mundo que les rodea que no les apetece sentarse en una mesa, estar quietos y comer tranquilamente. A esta edad, los niños suelen volverse muy “relamidos” en las comidas, y es frecuente que escuchemos decirles “Esto no, no me gusta”, “Mami, no quiero más”,… o cualquier frase similar para que les quitemos de delante el plato de judías, espinacas o lentejas.
En esta fase, de los 2 a los 4 años, los niños intentan tomar sus propias decisiones y disfrutan intentando forzar los límites que hemos establecido solo para comprobar qué respuesta vamos a tener. Por eso, en algunas ocasiones vamos a escuchar a nuestro hijo decir “No quiero, no me gusta” delante de un plato de patatas fritas o de pasta, siendo uno de sus platos favoritos. De repente han decidido que hoy eso no les gusta, solo para ver qué es lo que decimos y hacemos.
Y es que hay etapas en las que nuestros hijos se niegan a comer un determinado tipo de alimento. Normalmente, se trata de frutas o verduras, y más en concreto aquellas verduras de color verde. En esta etapa puede ocurrir también que se nieguen a probar cosas nuevas y sólo quieran comer un determinado alimento (pasta) o grupo de ellos. Por lo general es una fase pasajera que pronto acabará pasando.
¿Qué hago para que mi hijo coma correctamente?
Algunas pautas que pueden ayudarnos para que nuestros hijos tengan interés por probar alimentos nuevos y sanos:
- No obligarle a comer. Comer ha de ser una actividad placentera, no un suplicio.
- Establecer y seguir un horario de comidas regular.
- No poner la tele mientras comemos, la hora de comer debe aprovecharse como un momento de reunión familiar y explicarnos qué hemos hecho durante el día. La tele los distrae en exceso y las horas de comer se eternizan.
- Involucrarles en la preparación de su comida.
- Pequeñas cantidades. Cuando empecemos a introducir un alimento nuevo es mejor dárselo en pequeñas porciones para que se vaya acostumbrado al nuevo sabor y textura.
- Debemos ser un ejemplo a seguir. Si nosotros también nos negamos a comer un determinado grupo de alimentos es normal que ellos intenten hacer lo mismo. A alguien le puede sonar la frase “Pues papá no come verdura, eh?”
- No utilizar la comida como un premio. Es muy frecuente ofrecer a los niños como recompensa un helado, un postre de chocolate, o similar por haberse comido la verdura,… Deberíamos evitar este tipo de conducta, la comida no es un elogio ni un premio, su función es nutrirnos. En lugar de ofrecerle el helado o su postre favorito podríamos decirle algo como “Ya que te has comido la verdura, después podrás jugar con lo que tu elijas”.
- No sobornarles ni suplicarles para que coman. Este tipo de actitud nuestra acaba convirtiéndose en un juego para nuestros hijos, en una forma de atraer nuestra atención.
- No sulfurarnos cuando no coman.
- No reaccionar de forma desmesurada. La hora de las comidas ha de ser un momento relajado y tranquilo, no ha de convertirse en un campo de batalla ni en una lucha de poder. Si no quiere comer, se le retirará el plato al cabo de unos minutos y se le dará lo que toque después, no preparamos otro a cambio.
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