La tristeza es una emoción básica igual que el miedo o el enfado, la alegría o la sorpresa. Todo el mundo nos hemos sentido alguna vez tristes y los niños no son una excepción. Normalmente nos sentimos así cuando perdemos algo, cuando nuestras expectativas no se pueden llevar a cabo o cuando por circunstancias de la vida vivimos algún acontecimiento doloroso.
Como padres no nos gusta ver a nuestros pequeños tristes, nos duele verlos así e intentamos de todas formas evitarles este sentimiento pero a veces no es posible.
Los niños también se sienten tristes y conviene que estemos atentos a sus estados de ánimo. Estar ahí cuando nos necesiten y permitir que nos digan cómo se sienten en cada momento. Esto solo se consigue bajo un clima de respeto y diálogo constante desde bien temprana edad.
Cuando esto sucede, cuando nuestros hijos se sienten tristes por algún acontecimiento como por ejemplo:
- un cambio de residencia o de colegio,
- un viaje largo de uno de los padres,
- la muerte de una mascota o
- por algo más grave …
La mejor forma de ayudarles es hablarles de este sentimiento, de la tristeza.
¿Cómo ayudar a mi hijo a entender qué es la tristeza y por qué se siente así?
Para ayudar a nuestros hijos a entender lo que sienten, sea la que sea la emoción que están experimentando, lo mejor que podemos hacer hablarles y facilitarles desde bien pequeños a reconocer esos estados de ánimo y a expresarlos con palabras: alegría, enfado, ira, tristeza, sorpresa, miedo, …
Cuando nos toque hablar de la tristeza no debemos tener miedo de reconocerla, de expresarla y de sentirla.
La tristeza es un estado de ánimo. Pero es una emoción igual que otras, igual que la alegría, pero en este caso nos hace sentir mal y no nos gusta estar así.
Debemos explicarles a nuestros hijos que a pesar de que esta emoción no nos guste es normal sentirse así de vez en cuando, que todos el mundo (mamá, papá, los tíos o los abuelos, todos sin excepción) es siente así cuando pierde algo, cuando nos sentimos solos, rechazados, hemos hecho algo que creemos incorrecto o cuando vivimos algo desagradable.
No ocultemos nuestra tristeza cuando la sintamos. Nuestros hijos aprenden también de nuestras expresiones emocionales, es bueno explicarles por qué nos sentimos tristes ya que estos son ejemplos que pueden tener en mente cuando sean ellos quienes se sientan así. Fijaros que hablo todo el tiempo de tristeza y no de depresión, algo más grave y de lo que trataremos en futuros artículos.
En este caso hablamos de la tristeza como una emoción pasajera, un estado de ánimo puntual que no va más allá de uno o dos días a lo sumo.
¿Cómo puede manifestar la tristeza nuestro hijo?
Al igual que los adulto los niños pueden expresar su tristeza de diversas formas, algunas similares a las del adulto otras más sutiles pero por ejemplo veremos que nuestro hijo:
- está decaído,
- llora frecuentemente por casi todo,
- está apático,
O todo lo contrario, podemos ver que :
- está ansioso,
- come en exceso o no come,
- duerme mal o solo quier dormir,
- habla poco cuando generalmente es un niño muy parlanchín,
- …
En definitiva, debemos estar atentos a los cambios bruscos en su comportamiento.
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¿Qué no hacer cuando nuestro hijo está triste?
Cuando la tristeza se apodera nuestros hijos hay determinadas cosas que NO debemos hacer. Entre ellas:
- Restarle importancia, evitar frases estilo «venga, que esto no es nada, es solo una tontería no te pongas así«.
- Reñirle, en este caso frases del estilo «anda, ya vuelves a estar lloriqueando, déjalo ya«.
- Castigarle, si por ejemplo «como sigas llorando al final vas a llorar con razón«.
Este tipo de comportamiento ante la tristeza de nuestro pequeño no ayuda en nada, todo lo contrario, estamos empujando a nuestro hijo al silencio, a que no confíe en nosotros, lo alejamos, le privamos del derecho a expresar libremente sus emociones y le castigamos por el simple hecho de sentir una emoción tan básica como es la tristeza.
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Entonces ¿qué debo hacer par ayudarle?
Como siempre, lo mejor es estar a su lado y facilitar que se exprese verbalmente, qué es lo que sucedió para que se sienta así, cómo se siente exactamente, … aunque en muchas ocasiones ni él mismo sabrá qué es lo que le pasa.
Estar a su lado para ayudarle a identificar sus sentimientos. Los niños muchas veces se sienten confusos y expresan esta confusión de un modo agresivo, mediante empujones, patadas o otras conductas similares. La frustración, la ira, el enfado y la tristeza muchas veces van de la mano.
Es tarea nuestra ayudarles a sacar ese sentimiento, que hablen sobre él, dejarles espacio si así lo necesitan, permitir que se sientan tristes sin necesidad de agredir u ofender a nadie. Está bien que se desahoguen pero mejor que les enseñemos a hacerlo con respeto.
Deben aprender que todos tenemos derecho a sentirnos del modo en el que nos sentimos: alegres, enfadados, tristes, frustrados … sea cual sea la emoción que sintamos es importante y no hay que esconderla aunque sí debemos aprender a manifestarla, sobre todo cuando lo que sentimos, hacemos o decimos hiere a los demás.
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