Cada bebé es único y diferente. Igual que cada niño o niña. O del mismo modo que somos distintos cada uno de nosotros como adultos que ya somos. Y aunque ésta es una afirmación más que obvia, debemos tenerla bien presente desde que sabemos que esperamos un bebé. Tenerlo en cuenta nos evitará preocupaciones innecesarias y evitaremos caer en el error de comparar los progresos de nuestro pequeño con los de nuestros familiares o amigos cercanos.
Tu bebé es diferente, único y especial.
Si ya tenemos un pequeño en casa, debemos saber que por muy iguales que sean, lo más probable es que no se parezcan en nada. Cada bebé es único y diferente. Cada bebé manifestará un temperamento diferente desde el mismo instante de nacer.
Teniendo en consideración estas afirmaciones, es inevitable que tanto nosotros, los padres, como las personas que nos rodean hagamos comparaciones entre hermanos o entre dos niños de la misma edad.
La tendencia que solemos manifestar es la de comparar un niño con otro. Ensalzamos los logros de desarrollo de nuestro bebé y los comparamos con el de nuestra amiga: cuánto come, cuánto duerme, cuando le apareció el primer diente, cómo empezó a gatear o el día exacto que empezó a andar.
Estas comparaciones suscitan en muchas madres preocupaciones importantes al ver que su hijo aún no ha empezado a andar o hablar mientras que el bebé de su amiga ya hace tiempo que realiza estas conductas. A menudo generan preocupaciones innecesarias, por el aparente retraso que presenta nuestro niño frente a otros. Por ello, es preciso señalar que el ritmo de crecimiento y de desarrollo de cada niño es diferente y viene determinado por muchos factores: genéticos, sociales, familiares,…
Cada niño es único y diferente al resto. Encontraremos bebés que desde el mismo momento de nacer serán niños más despiertos y estimularán a quienes le rodean para mantener mayor interacción y estimulación. Otros, en cambio, serán más adormilados y deberán ser los padres quienes deban estimularlo más. Tanto unos como otros son niños totalmente normales.
Y podríamos seguir y hacer una lista interminable de parámetros con los que comparamos a nuestros hijos con otros niños, y siempre diríamos lo mismo. Recuerda, cada niño es diferente, único y especial.