Aprender a jugar solos, sin instrucciones de mamá o papá, permite a los niños aprender libremente. El juego en solitario ofrece la oportunidad de desarrollar la imaginación, la autonomía y la libertad de escoger en cada momento qué desean hacer. Por otra parte les permite también aprender a través del ensayo y error. Hoy hablamos de aprender a jugar solos y por qué es importante que nuestros hijos no estén todo el tiempo guiados por un adulto.

¿Deben los niños aprender a jugar solos? ¿Es necesario que nosotros, los padres, dirijamos todos sus juegos? O ¿Es mejor que jueguen su libre albedrío? Hoy nos planteamos esta cuestión e intentamos dirimir qué es lo mejor para nuestros hijos.
Hay quien dice que nunca juega con sus hijos. Cosa que me extraña enormemente. Lo normal es que nuestros peques nos pidan una y otra vez que juguemos con ellos, en el parque, en casa, en la bañera, … ¿Deben los niños aprender a jugar solos, sin instrucciones de mamá o papá?
La mejor opción: la combinación de juego solitario y juego compartido
Ante la cuestión que nos ocupa, es decir si es bueno que nuestros hijos deban aprender a jugar solos, la verdad es que lo interesante sería intentar compensar un poco. Así intercalar distintos momentos de juego compartido con juego solitario.
Tengamos en cuenta que el juego es la activad mediante la cual nuestros hijos aprenden. Para aprender necesitan modelos, referentes, guías que les enseñen cómo hacer las cosas. Pero también es fundamental que ellos puedan sentir la libertad de hacer las cosas a su manera. Es de este modo como aprenden de sus aciertos o errores.
Juego compartido
Jugar con nuestros hijos es un placer, una necesidad pero también parte de las “tareas” que van en el rol de padre o madre.
Mientras jugamos con ellos les enseñamos nuevo vocabulario o cómo se hacen algunas cosas. Mientras jugamos con nuestros hijos les transmitimos también nuestro modo de entender el mundo a la vez que ellos desarrollan y perfeccionan nuevas destrezas o habilidades.
Sin embargo, como decía anteriormente, es necesario que aprendan a jugar solos, sin las instrucciones de mamá y papá. De este modo aprenden la importancia de imaginar, de enfrentarse a los problemas o dificultades sin que nadie les proporcione ayuda.
Aprender a jugar solos, cómo ayudamos a nuestros hijos
Enseñar a nuestros hijos a jugar solos en ocasiones no es fácil puesto que algunos niños nos reclaman continuamente.
¿Qué hacer cuando el niño nos reclama todo el tiempo?
En estos casos, cuando nuestros hijos no saben jugar solos, se trata de ir dejándoles poco a poco, por breves espacios de tiempo.
Por ejemplo vamos hasta la cocina a por un vaso de agua y les pedimos que se queden ensartando algunas cuentas, modelando plastelina, jugando con su cocinita, o lo que sea que estén utilizando en ese momento.
De este modo evitaremos que sienta que le estamos abandonando. Inicialmente no tardaremos mucho en volver. Paulatinamente iremos añadiendo algo más de tiempo en nuestras escapadas.
Poco a poco y sin forzar la situación veremos como al cabo de unos días será capaz de pasar más tiempo jugando solo. Poco a poco irá poniendo en marcha todos los mecanismos personales para hacer divertido su juego en solitario.
Cuando llegues a este punto intenta no interrumpirle y deja que su juego fluya libremente.
No dirijas el juego todo el tiempo
Existe un estudio reciente que advierte que las madres que indican en exceso a sus hijos cómo deben jugar con sus juguetes los acaban desencantado y frustrando. Es decir, los niños con madres “directivas” no se lo pasan tan bien jugando como aquellos niños que tienen madres con una actitud menos interferente. Puedes leer el artículo que publiqué sobre ello en “Mamás entrometidas … cuando jugar ya no es divertido“
Conclusiones finales
Intentemos que nuestros hijos tengan momentos de todo, de juego compartido y de juego en solitario, de juego compartido entre sus iguales y juego con adultos.
Lo importante es que aprendan a jugar y que mediante el juego exploren todas sus posibilidades físicas, cognitivas, emocionales y relacionales.
Recuerda que los niños tienen la obligación de jugar, porque es un derecho fundamental de la infancia y porque es a través del juego como aprenden no sólo a pasárselo bien sino toda una serie de habilidades sociales y personales necesarias para la vida.
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